Es cierto que para ser buena alumna primero haz de ser buena, después alumna y, por último, la combinación de ambas.
Voluntad,
esfuerzo, dedicación, responsabilidad, trabajo, estudio, avidez, paciencia,
tolerancia, resiliencia, sentido común, respeto; todos los elementos de un buen
resultado en proporción a los objetivos planteados.
Siempre
aspiré a ser una buena alumna para aprovechar las oportunidades, los
conocimientos, los colores, las opciones, las etapas, los aprendizajes, los
golpes; y no concibo otra forma de hacer las cosas que no sea poniendo lo mejor
de mí.
Les
aseguro que muchas veces sentí que desfallecía, que las cosas no tenían sentido
o que para qué tanta inversión.
Parafraseando
a Robert en “Los Puentes de Madison”
sostengo: «Cuando
pienso en por qué escribo, la única razón que se me ocurre es que me parece que
he estado viajando hasta aquí. Y ahora, ahora me parece que todo cuanto he
hecho en mi vida me ha estado conduciendo hacia mí como protagonista».
Próximamente
mi primer libro de microrrelatos poéticos sobre la vida de las mujeres se
publicará en España y yo feliz saboreo cada pequeño logro como escritora en lo
personal y en lo profesional.
Gracias
a todos los que han dado su luz para que este proyecto llegue a compartirse y
yo también sea un resultado compartible.
He
caminado 41 años hasta aquí y siento que lo único que debo es ser la que soy
día a día con todas y cada una de mis contradicciones y desmesuras, con todas
mis falencias y mis aciertos, con mis locuras y atinos, pero yo, la buena
alumna de la vida, la mejor versión de mí misma.
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