jueves, 15 de septiembre de 2016

"Vuelta al cole"

Pensaba en cuánto encierra esta frase: “Vuelta al cole”. En cuánto la deseábamos y en cuánto la padecemos también los padres y los niños.
Dejar atrás el verano, el tiempo libre, los “no horarios”, el desorden necesario de la “no rutina” para reconducirnos hacia el camino de la “normalidad” es una ardua tarea.
Se me viene a la cabeza la palabra adaptación, creo que juntos y separados niños y adultos (maestros, padres, abuelos, canguros, etcétera) en las horas del día debemos aprender nuevamente cuáles, cómo, dónde y por qué se desarrollan nuestros roles para hacernos más personas.
Cada tarrito ha de volver a acomodarse, cada actividad a su hora, cada cosa en su sitio, aunque todo esto conlleva una evolución.
El calor, el frío, la sequía, la lluvia, el alivio, el llanto, la alegría y el dolor parecen mezclarse en un contradictorio cóctel de emociones y razones que debemos resolver.
“No quiero que te vayas”, “No quiero que te quedes así”, “Necesito mis horas”, “Me voy a trabajar”, “Respira hondo, aunque con el corazón exprimido”, “Mama, mamá, mami”, “Papa, papá, papi”, “¡Qué bien, ya está aquí!”…
Cuántas de estas frases dichas o entredichas, pensadas o sentidas, en silencio o a gritos tejen estos días el telón de este escenario.
Como mamá se me ha ocurrido escribir algo que quizás ahora no comprendan mis hijas pero que se los regalo para cuando sí puedan hacerlo:

Hijas mías,

No hay alegría más grande que verlas sonreír pero también que lo aprendan a hacer sin mí y por sí mismas. No hay llanto más doloroso que en aquel en el que no puedo estar, pero nunca tan necesario. No hay aprendizaje más importante que el que cada una en su propio camino pueda desarrollar. No andaré vuestros pasos, sino los míos; las esperaré, me esperarán; las dejaré volar y me dejarán volar para juntas volver a encontrarnos, disfrutarnos y crecer bajo la autonomía del amor.

¡Las quiere infinitamente!

Mamá

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