miércoles, 14 de octubre de 2009

El Born


Sábado por la noche. Eran casi las 02:00 de la madrugada del domingo. Caminábamos con Ale por el Born, uno de los barrios que en los últimos años se ha puesto de moda en Barcelona, característico por la majestuosa presencia de la iglesia de Santa María del Mar, callejones antiguos e infinidad de bares, restaurantes y boutiques de diseño. Nos acercábamos a un bar de copas que tiene el mismo nombre que el barrio, se llama El Born, cuando de repente nos confundió el panorama: camisetas de Argentina salían como entre los empedrados y los gritos de fuerza se respiraban en el aire, mientras una señora a nuestro lado nos ofrecía unas empanadas con acento argentino. Argentina jugaba uno de los partidos más importantes por las Eliminatorias 2009 para el Mundial de Sudáfrica contra Perú. Nosotras buscábamos la pizzería del Born, la pizzería de al lado, la pizzería argentina para comprarnos un alfajor de maizena, mientras el vendedor nos dejaba a media palabra para correr a ver el gol de los 90 minutos que le dio la victoria a Argentina en el bar de al lado, al que íbamos nosotras, cuando una guiri alemana nos preguntaba cuál era el de maizena, ella sólo conocía el de chocolate. Comimos el alfajor finalmente al son de la cantata popular “Vamos, vamos Argentina, vamos, vamos a ganar”. Acabábamos de salvarnos de la muerte de las ilusiones, acabábamos de resurgir como el ave Fénix y tan rápidamente volvíamos a soñar, a tener esperanzas y a creer que ganaríamos el próximo partido, todos los que siguieran y hasta el Mundial. Qué rápido vamos, qué tumultuosos somos, qué exitistas, qué entusiasmados. Tan de prisa como un flash el Born se convirtió en un reducto argentino. “¡Hola viejo! ¿Lo estás viendo? ¡Viste cómo se tiró Maradona a la cancha! ¡Qué grande Palermo! ¡Cómo sufrimos!”. Con Ale nos miramos como desconcertadas, habíamos tenido unos minutos de un viaje imaginario, un no saber dónde estábamos, un momento de argentinidad.
Entramos al bar, confirmamos el resultado con el bombón del camarero que también era argentino, que nos puso Los Piojos para terminar la noche y nos ofreció un platito de maní, una Quilmes y una pasta frola.

3 comentarios:

  1. Que pequeño es el mundo cuando compartimos un sentimiento. Las distancias, el tiemo, los límites geográficos no existen, sólo definen un momento. (Ale)

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  2. Muy bien, muy bien pero siempre se habla de argentina el mundo es grande!!!!

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  3. LO HAS HECHO TU? ESCRIBES MUY BIEN Y ME PARECE MUY INTERESANTE.....

    C. 25-10-2009

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