martes, 20 de octubre de 2009

Amor farmacológico


Anna sabía que se trataba de un amor platónico, de esos que hacen sonreír hasta en los días sin colores. Paseaba de la mano de sus sombras cuando una vez más se inventó un pretexto para entrar a verlo. Una aspirina, un gelocatil, un angileptol, unos granitos en la frente, un medirse la tensión, tensión que no puede medirse con tensiómetro. Él, 29, ella, 31. Él con una sonrisa abierta y movimientos tímidos, pausas, intervalos de pensamientos, explicaciones profesionales, interrupciones, consejos y comentarios de farmacéutico de barrio. Ella como de ventanas al mundo, floreciendo en cada paso dado y desparramando seducción, segura, simpática y buscando comentarios que pudiesen alimentar un poco más a esa historia imaginaria, a esa ráfaga del día en que deseamos sentirnos amadas, admiradas o miradas por ojos masculinos.
Cuando Anna se sentía baja de moral entraba a su habitación, elegía un vestido, se maquillaba los párpados y salía a encontrarse con el sol de frente o con el aire en la cara y entonces pensaba en una buena idea para mimarse, en una linda manera de sentirse contenta y así conseguía darle de comer al alma y continuar sonriendo por tonterías. Había aprendido este lenguaje y a pesar de ser muy social a veces necesitaba estar consigo misma y con sus aventuras de la intimidad.
Creía que nunca pasaría a otra fase porque cada vez que se paraba en la plaza miraba hacia la farmacia y cuando estaba él tomaba fuerza y se animaba a entrar, sólo para regar sus ansias, sólo para observarlo, sólo para pensar que tendría sus cinco minutos de gloria, sólo para averiguar si la llamada que cogía en ese momento era de un amor verdadero o sólo de una historieta fugaz. Le intrigaba saber si ese hermoso corazón estaba ocupado, si ese rico bombón ya tenía destinatario, si alguna vez habría alguna oportunidad de saber algo más que lo que la intuición le hacía creer. Se había transformado en un desafío, en un juego de originales rutinas, en una chispa que nunca se sabe cuándo se encenderá.
Entró justo pisando en el sensor que hiciera abrir la puerta para verlo y escabullirse entre la gente para esperar su turno y ser atendida por él. Él sabía su nombre, qué cremas usaba, qué muestras le había regalado, cómo tenía la piel y qué reacciones provocaba el gel de Seba Med. Él sabía tan poquito de ella y ella con tantas ganas de ponerlo al tanto. Cuando le hablaba de las propiedades de una crema su imaginación volaba y pensaba en esas manos que en ese instante tenían su tarjeta de crédito acariciando su rostro, sabía que su piel terciopelo nunca había tenido tanta sed. Sabía que poseía sobrantes de nutrientes y una alimentación sana en sueños imposibles. Sabía que se le bajaba la tensión cuando estaba baja en autoestima y entonces visitaba al farmacéutico para que hiciera de azúcar o de jamón serrano para el alma.
Esperó su turno, respiró hondo, lo miró con ganas detrás de sus gafas y luego desplegó su mejor sonrisa para destapar sus ojos con sus lentes a modo de diadema. Ese día estaba más guapo que nunca, en su piel aún le quedaban los resabios del verano, de un verano de playas y vacaciones disfrutadas. Hubiera querido prolongar la estadía como en un hotel, pero se trataba de una farmacia en la que cuando uno acaba de comprar debe retirarse porque ya está el próximo cliente esperando. Aunque en esta farmacia uno no se siente un cliente, uno se siente un integrante más del barrio, una cara conocida, una sonrisa deseada, una mirada encontrada en el laboratorio de las ilusiones, uno se siente alguien, alguien que alguna vez se encontrará con alguien y recibirá la llamada, la caricia en el rostro y una invitación a sonreír sin ningún fármaco.

10 comentarios:

  1. me hiciste caso Carlita!! jajaja

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  2. Carlaa!m estas??como futura farmaceutica ansñio que algún día me suceda!Me encantan tus relatos!un beso! (Beta)

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  3. Muy bien, muy bien pero siempre se habla de argentina hay que cambiar de tema, el mundo es grande!!!

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  4. En este caso precisamente no hablo de Argentina y sé que el mundo es grande... Gracias por leerme!

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  5. y pasaste?¿... jaja... muy bueno!. besoss

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  6. Hola Leo! Viste? Te hice caso! Un beso grande!Hola Beta! Me alegra que te gusten mis escritos y ojalá te pase alguna historia como la de Anna!Besos!
    Hola Luli! Gracias! Besos

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  7. Buenas historias, te felicito.-

    Oscar 20-10-2009

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  8. Que buenoooooooooooo je,je,je me ha encantado guapa, sigue escribiendo así. un besito

    Magda 21-10-2009

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  9. buenas Carla;
    Es realmente bonito el escrito que has hecho,
    tiene encanto recibir palabras trabajadas y con algo de sentimiento entre tanto mail de trabajo, oficial o compromiso, este no lo es.
    cuidate

    F. 23-10-2009

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  10. Adoro porque es la historia de Anna todo el tiempo. Te quiero un montón y me encanta ver que todos estos meses de Argentina han servido a reforzarte, a darte garras y a ayudarte a volar, en sueños y en una imaginación riquísima que no acaba de explotar.
    Bravo mi nena!! tu mami suplente està más que orgullosa de vos, eres un MUJER, con mayúsculas, sigue así.

    Yo. 24-10-09

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