martes, 3 de noviembre de 2009

Dinamarca, Kilo, y griega


Noa y Gabriel se encontraron en Dinamarca el invierno de 2008 cuando Noa iba en busca de un fin de semana de distensión y naturaleza, mientras Gabriel ponía música en el Hygge Bar, acogedor y cómodo bar de copas del centro de Copenhague. Ambos buscaban en los bosques daneses un clima que los transportara a otra realidad. Hacía meses que sentían que sobrevivían en medio de una espiral que no los dejaba avanzar y sólo cumplían con sus obligaciones.
Gabriel tenía en su coche dos sillas de bebés y una media sonrisa hasta que conoció a Noa. Noa, amores incompletos y ganas de escapar a un sitio que volviera a ilusionarle. De repente aquella conversación les haría creer más tarde en que la vida tiene sentido justo porque existen momentos que no se saben que son especiales hasta que no pasa el tiempo y los recordamos como tales. La abuela de Noa le había enseñado a hallar un kilo de ilusión en el corazón de alguien. Le había dicho que nunca dejara de sonreír y que su energía la acompañaría para siempre. Hay gente que despierta nuestros mejores sentimientos de una manera inexplicable, hay gente que nos hace brillar desde el mismo momento en que la conocemos, hay gente que nos enciende para nunca más apagarnos.
En una conversación de sábado a la noche en un bar del centro de una isla dos almas pudieron coincidir. En Dinamarca, por un kilo de ilusión Noa y Gabriel encontraron su “i griega”, una conjunción que uniría dos palabras afirmativas: tú y yo.

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