Era 21 de junio de 2019,
dos días después de su cumpleaños número 41, año de tantos aprendizajes que aún
los estaba digiriendo.
Entre las luces de junio
vio el mensaje de Ella, su prima, en el móvil y pensó en su manuscrito.
Tenía tan sólo días de
haberlo registrado y ya se permitía enseñarlo.
Su prima sufría cáncer
desde hacía cinco años y el relato “Ella, enfermedad” era un simulacro de
ponerse en sus zapatos.
El libro hablaba de las
entrañas femeninas, de las raíces de las mujeres, de conocernos hasta el dolor
y las heridas, de transformarnos hasta en el presagio de la muerte.
Ella no lo sabía pero era
junio y a su prima le acababan de dar un duro pronóstico.
Sólo apretó el botón de
enviar como agradecimiento de haberse sentido inspirada, como regalo de
valentía ante el sufrimiento, como premonición de que no había tiempo que
perder, como deseo explícito de entregarle su libro publicado algún día si eso
era posible.
El mismo 21 de junio su
prima no pudo dejar de leer ni de llorar, atragantada en cada microrrelato,
atravesada por la familiaridad, espejada de tanta identificación.
Hay días que brillan en el
calendario de la vida y uno no sabe por qué.
Cuatro meses más tarde de
aquel 21 de junio Ellas en clave femenina era publicado por la editorial Niña
Loba. Al mes y medio de ese nacimiento su prima murió.
Hoy es 21 de junio de
2020: Ella sabe que su “legión celestial” está llena de Ellas y de Ellos para
que sus chispas de magia siempre la alcancen.
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