Yo no sé si es el siglo XXI, la globalización o es que las mamás del siglo XX les trasmitieron a sus hijos tanto miedo al compromiso que hoy por hoy los hombres están más asustados que nunca. Les cuesta estar solos pero quieren estar solos, no quieren exigencias pero exigen, no tienen ganas de dar pero sí quieren recibir, no les gustan las mujeres sumisas pero tampoco las que tengan los pies bien plantados en sí mismas porque creen que no necesitarán de ellos, quieren manejar la situación pero cuando no la manejan por primera vez se sienten relajados en su masculinidad, quieren que la mujer progrese pero que no les haga sombra, quieren tener hijos pero que los cuiden sus esposas, quieren tener una casa pero que las decoren sus mujeres, quieren que les enseñen pero no quieren aprender, quieren ser los mejores amantes pero no tienen ganas de cuidar los detalles. Ellos quieren, ellos esperan, ellos reciben para postergar para mañana lo que hoy es indefectiblemente necesario y luego pierden lo que no se recupera y es ahí cuando ya no hay vuelta atrás.
Entonces, los llamo a la reflexión si es que se puede reflexionar sin que se crean que es un terreno femenino que no quieren cruzar. Los llamo al análisis si es que esto no les trae algún complejo de superioridad práctica. Los impulso a ser más sensibles con los demás para que no se ubiquen sólo en el centro del universo masculino. Les recuerdo que no son el sol del sistema solar y que aunque parezcamos de Marte las mujeres tenemos la capacidad de girar alrededor de una familia y también sobre nosotras mismas para edificarnos cada día y continuar.