domingo, 25 de marzo de 2012

Diario de sábado por la noche


Sábado por la noche. Cena entre amigas, la tercera salida de Ana después de haber tenido a su hija hace casi 10 meses atrás. Tras 4 meses de baja y 6 de desempleo está volviendo poco a poco al mundo real después de un largo e idílico vínculo simbiótico madre-hija/hija-madre. Se prepara ansiosa como cuando tenía una cita, disimulando la emoción para que no se note frente a su familia. Otra vez el jean le calza como hace dos años atrás, los tacones le cierran a la perfección y vuelve a peinarse el cabello con el secador en mano. Sale por la puerta sintiendo que todo lo dejó medianamente en orden: la casa recogida, su marido amigable y su hija dormida profundamente. No camina, vuela hasta el metro que la lleva a la inauguración del piso de Juliette. Sí, recupera la sensación de mujer libre, social e independiente, una parte importante de su personalidad que quedó entre paréntesis desde el comienzo de su embarazo. Ana se está despertando lentamente y vuelve a reconocer sus manos para marcar las teclas que le permiten decir al mundo lo que piensa. Respira profundo y experimenta la alegría inmensa de encontrarse del otro lado del espejo y aunque de prisa, siempre de prisa, se mira y se ve entera. Mientras toma una tostada con miel y queso disfruta de los recuerdos entremezclados que cada una expone sobre noches fugaces para no olvidar. Moja en humus un bastón de zanahoria cuando la vida laboral se sienta a la mesa para entrar en conversación. “Las profesiones tradicionales han cambiado de nombre pero lo importante es saber que esto ha pasado para re-inventarse”, “Me imagino que ya estás en Linkedin”, “¿Cómo se llama tu blog?”, “Internet se ha convertido en una herramienta imprescindible para las búsquedas laborales”, “A través de las redes sociales profesionales te llega información valiosísima para leer y compartir en el trabajo”, “No olvidemos que formarse siempre es primordial, pero tú ya eres una Project Manager (antes arquitecta) y tú una Community Manager (antes periodista digital)”. De repente, los hijos entran en escena. “¿Ya camina? No, aún no pero quiere estar de pie permanentemente”, “Yo alucino de cómo comprenden desde tan pequeños: le digo vamos a pasear y me pone cara de felicidad, tiene sólo 10 meses”. Mermelada y paté, fotos y vídeos de por medio bajados de Facebook a través del Smartphone y la afirmación clara de que cómo desde bebés los niños están familiarizados con otras tecnologías que hace pocos años atrás eran impensables. “Nosotras seguro recordamos cuál fue nuestra primera experiencia con Internet, cuándo no sabíamos que significaba @ o cómo podíamos enviar un mensaje por mail”, “En muy pocos años pasamos de la web 1.0 a la web 2.0 y ahora ya está en auge la 3.0”, “¿Qué es eso de la web 3.0?”, “Espera que lo busco: la 1.0 fue la de la accesibilidad de la información, la 2.0 la del intercambio de información de manera on-line y la 3.0 es una web inteligente que procesará datos para filtrar tanta información que está dando vueltas dando como resultado una búsqueda específica”.
Ana mordió un pedazo de jamón serrano saboreando el gusto de los buenos momentos y preguntándose cómo habían llegado hasta allí en la conversación. Al mejor estilo de la navegación virtual la velada se había convertido en un conjunto de emociones expresadas, datos cruzados, opiniones diversas, discusiones enriquecedoras, partes del escenario real al que pertenecía aquella red de amigas. Ana había vuelto a sentirse parte de sí misma, dueña de sus actos y sus pensamientos para compartir con la comunidad de mundos que la rodeaba. Volvió a su casa con la certeza de que recordaría esta noche con la etiqueta de
Me gusta para retrasar una hora el reloj por el cambio de horario de verano en Europa y escribir este retazo de vida que colgaría en su blog tres horas después de acabar la cena del sábado por la noche.