jueves, 30 de octubre de 2014

Abuela con sabor a vainilla

Mi abuela, mi hermana y yo en mi cumple de 1 año
Querida abuela:

Hoy cumplirías 95 años, “del 19” -como decías. No puedo dejar pasar la lluvia de recuerdos que salieron al abrir el cajón de las memorias. Aún se me hace agua la boca cuando pienso en tu torta* de crema pastelera y chocolate o en tus naranjas rellenas de crema de naranja cortadas en piquitos y adornadas con chantillí*. Todavía sé saborear la vainilla de tus postres y el sabor del membrillo en la pasta frola* cuidadosamente amasada.

Si supieras que ya he dejado de comerme las uñas y que ahora soy yo la que repite eternamente a mi hija Lucía “no te comas las uñas” y ella completa “como te decía tu abuela ¿no?”, mientras repasamos la historia familiar. Y dice lo mismo que yo cuando era pequeña: “Me gustaría ver al abuelo Adolfo, ¿por qué no se puede?” y yo respondo exactamente con la misma letanía “porque está en el cielo y mamá tampoco lo pudo conocer, aunque le hubiera gustado mucho”.

Todavía me parece escuchar tus indicaciones de que hace frío y me ponga la campera* cada vez que voy a salir y recojo abrigos para todos. El orden me persigue por mi casa, por mi cabeza, por mi vida como un Karma que heredé de vos y supongo que aunque me odie por esto seguirá conmigo y lo más triste es que lo continuaré trasmitiendo. Es casi una obsesión con la que lucho a diario para no autoerigirme pero recuerdo tu orgullo al decirme que te encantaba que fuera tan ordenada y sonrío en silencio. Las zapatillas, una al lado de la otra,  los almohadones golpeados a los lados y puestos en su sitio, los cubiertos a la derecha si se acomodan juntos para la comida diaria o el tenedor a la izquierda y el cuchillo a la derecha con el filo hacia adentro para las grandes ocasiones. La cama perfectamente estirada, la ropa doblada y las toallas limpias.

Creo que tus cajones posiblemente sigan oliendo a perfume y tus camisones sigan ahí esperando ser estrenados para cuando estés enferma, cosa que nunca entendí. Cuando visto a Lucía para ir al colegio me acuerdo de cómo nos calentabas las medias en el Eskabe* durante el invierno para que tuviéramos los pies calentitos y con qué prolijidad nos hacías las coletas, esa que intento imitar cada día al tomar entre mis manos el cabello fino de mi hija que se parece al mío en eso, aunque ella tiene unos rizos al final de su cabellera que me pierden y la misma cantidad que su papá.

Cada vez que elijo meticulosamente la ropa para mi bebé Sofía te imagino disfrutar en el más allá, ya que tu huella estética y la de mamá están presentes. El chupete combina con la cinta y también con el estampado del vestido; el gorrito, la chaqueta, los zapatitos también hacen juego y los colores se conjugan para hacernos cómplices con el paso del tiempo. Es como jugar a las muñecas, esas que amabas regalarme para mis cumpleaños por sobre otras de mis elecciones.

A veces me pregunto por qué me gusta contar historias y recuerdo nuestras charlas sobre capítulos familiares que yo escuchaba y ejercitaba para la construcción de mis propios personajes. María y Luis, el nombre de tus padres. Anita, Modesta, Elena, Segundina, Justa y Cita, todas tus hermanas en orden de mayor a menor. Ignacio, Francisco, Tito, Antonio, Benito, Nelo y Chiche el de tus hermanos. Siete mujeres y siete varones, catorce hijos. ¡Los Ambrosino de San Vicente, qué familión!

Eras como una portavoz que entre caramelo y caramelo sabía hilvanar algo más que un ruedo* de pantalón, una portadora de curiosidad que disfrutaba paseando en auto con mamá por Leones, tu pueblo de adulta, comentando las novedades de la gente para detenernos en la heladería Ferrero y que Cele o yo fuéramos a comprarte un helado de dos bochitas* de granizado y dulce de leche o una gran tasa de un kilo para compartir en familia con la licencia de acabártela si nadie se servía más.

Cata querida, como todos te conocían, gracias por haberme regalado una infancia con sabor a vainilla, un legado de aprendizajes que me susurran al oído y me enaltecen ante mis hijas y una veintena de obsesiones que te he heredado y que me desnudan ante cualquiera. Gracias por haberme amado y consentido, por haberme trasmitido el valor de las tradiciones y por cerrar este octubre de recuerdos a borbotones para que la vida deje de sangrar.  

Te quiero mucho…

*torta = pastel o tarta dulce
*chantillí = (de la ciudad francesa Chantilly), crema azucarada y perfumada con vainilla
*pasta frola = (del italiano pasta frolla), tarta típica de la gastronomía argentina
*campera = chaqueta
*Eskabe = calefactor a gas
*ruedo = bajos de un pantalón
*bochitas = bolas de helado

viernes, 24 de octubre de 2014

Memorias Ediciones en Argentina



“Los recuerdos tienen
un perfume frágil
que les acompaña por toda la vida
y tatuado a fuego
llevan en la frente
un día cualquiera,
un nombre corriente
con el caminan
con paso doliente,
arriba y abajo,
húmedas aceras
canturreando siempre
la misma canción…”

Joan Manuel Serrat







La editorial europea catalana Memorias Ediciones está en el mercado desde el 2012 con una apuesta original para contar la historia, el legado, el recuerdo, las memorias de quienes pasan por esta vida para dejar sus huellas.

A través de un método propio de entrevistas un biógrafo-periodista recoge los hilos de aquellos acontecimientos de personajes reales que el tiempo no debe borrar. Esas entrevistas tendrán una extensión de dos horas cada una y la cantidad dependerá proporcionalmente con la extensión del libro: 50, 100, 150, 200, 250 páginas, etcétera.

El proyecto puede solventarse particularmente o mediante una plataforma de micromecenazgo o crowfunding: amigos, conocidos o simplemente gente común puede aportar una mínima cantidad de dinero por una causa concreta, en este caso, un libro de memorias que deseamos salga al escenario editorial porque merece ser publicado, una manera habitual de financiar un proyecto desde que la tecnología está a nuestro servicio.

Ahora bien, en un momento en el que la palabra pierde batallas de sentido todos lo días gracias innumerables formatos comunicativos que nos aturden el existir por el vivir, esta posibilidad nos posiciona en las raíces de lo verdaderamente significativo: nuestra vida y la de todos los que tienen algo que decirnos.

Memorias Ediciones es una pequeña y gran propuesta para sacar a la luz retazos de letra pequeña que merecen ser subrayados en el libro de la vida. Y en este tren se sube Argentina con una delegación de contacto para resaltar que hay gente que sabe dar un giro a su realidad y a cambio, simplemente aportar.

Si hay algo positivo en el contexto de la crisis mundial de los últimos años, es que Europa ha dejado de mirarse el ombligo para saber que en Latinoamérica, por ejemplo, pasan cosas interesantes. Éste es el reto: quien está más acostumbrado a sufrir está también más habituado a contar y de allí una sensibilidad mucho más desarrollada que en el viejo continente. Los tercermundistas somos subdesarrollados económicos y sociales pero también supra-desarrollados emocionales.

Esta editorial es la opción periodística literaria más indicada para iluminar las historias que en Argentina no pueden pasar desapercibidas y yo, en este caso, un medio para hacerlas posible.



Carla Penna
Delegada en Argentina de ME
Skype: carla.penna1
https://twitter.com/carlabpenna