domingo, 4 de mayo de 2014

¡Feliz día mamá!

Querida mamá:

Como cada día por algún motivo y hoy más que nunca, el día de la madre, tu recuerdo me golpea la puerta y, como dice tía Nilda, le saco brillo para que me dure un rato largo y me alimente el alma.

Lucía me pide poder ir al cielo a verte y yo me tomo la licencia de imaginar que allí estamos para responder luego que “nos cuidas siempre y a donde quiera que vayamos”. Sofía crece en mi vientre cada día y con intrépidas patadas no permite olvidarme que la felicidad tiene ese mágico chispazo de emociones y que depende de mí cómo les trasmito su verdadero significado.

Gracias por haberme enseñado a prenderme fuertemente de la buenas cosas, a tener el impulso de que aún hay mucho por hacer y descubrir, a valorar los pequeños momentos cuando el día se viste de negro y yo creo que no voy a poder.

Gracias por seguir cerca de mí cada nuevo paso hacia adelante y también cada uno hacia atrás, por ser la maestra de la vida, por mantener viva la ilusión de cada acontecimiento, por asumir con elegancia hasta los retos más incomprensibles y por haberme enseñado a ser yo misma.

Nuestros días fueron más que nada femeninos y estoy casi reviviendo sabores y colores con mis nenas y mi propia historia. La vainilla de la abuela se ha impreso en nuestras tortas mientras nuestras pieles se perfuman y encreman para beber tu agua.

¡Qué fantástico que uno pueda recoger estas marcas como flores que adornan la existencia! ¡Qué importante es saber inventarse los cuentos que nos hacen felices y creer que podemos volar como pájaros y hacer realidad los sueños como hadas! Ojalá nunca perdamos esa infinita capacidad de valorar hasta lo más ínfimo, mirar el bosque sembrado de árboles y el vaso medio lleno y ser optimistas aún en las pérdidas. 

¡Gracias a todas las mamás que me dan su ejemplo para continuar en este maravilloso pero difícil camino!