domingo, 20 de noviembre de 2011

Lucía y mamá


Dicen que “el orden de los factores no altera el resultado”. Hace unos meses atrás les explicaba mis sensaciones como Carla con la llegada casi inminente de Lucía a nuestras vidas. Hoy ella está por cumplir 6 meses y el orden de prioridades ha cambiado. Lucía ha traído una luz propia e incandescente, ganas de amar la vida y una sonrisa a flor de piel por cada nuevo aprendizaje. Ha llenado los días y las horas de una manera inconmensurable y me ha convertido en mamá, principalmente en mamá que sufre, ríe y canta como mamá. Mamá que sueña, lucha y llora como mamá. Mamá nervios, mamá paciencia, mamá en silencio pero planeando la logística de los próximos 5 minutos cuando el tiempo pasa a la velocidad de la luz y sólo cumplimos con lo que nos corresponde: ejercer/trabajar de mamá.
Este ser que ya no está en la nuez de mi cuerpo representa hoy una coctelera incontrolable de emociones que llega a estremecer mis más profundas entrañas. Despertar agitada, conectarnos con la niña que llevamos dentro, servir urgentemente, sentir remembranzas por un pasado no tan lejano que de golpe quedó atrás porque nos hicimos mujer pero que ahora vuelve para trasmitir, transportar y hasta proyectar-nos en nuestros hijos. Tararear canciones de cuna, sacar de la galera la magia de la música que nos hizo crecer, reflejarnos en nuestras madres, necesitarlas aunque estén lejos y así desarrollar nuestro sentido común y nuestra capacidad de decisión haciendo lo difícil, posible y lo casi imposible, algo concreto. Correr la carrera de los segundos que puede cambiar una situación que no concebíamos momentos anteriores: una caca, un grito, un pañal, una risa, una mancha, un baño, un sonido, una siesta, una teta, una voz, una papilla se vuelven incompresiblemente importantes. Agudizar la atención y la tensión, tornarnos especialistas de la cotidianeidad y tirar de la intuición que nos dicta al oído cuando parece que nos quedamos sin letra son las tareas de todos los días.
Los impulsos y las pulsiones juegan a las pulseadas entre morirnos por comernos su piecito a besos o tirar por la ventana su taladrante llanto que no tiene motivo alguno para agobiarnos. Derretirnos cuando se ríe a carcajadas porque su papá le besa la panza y desesperarnos cuando parece que todos los intentos por dormir son fallidos. Enamorarnos de su mirada intensa y sus labios perfectos y aguantarnos las ganas de gritar cuando esos mismos labios son los que succionan hasta lastimar el pezón que les da de comer. Aprender a amar o sacarnos un curso avanzado de cómo amar imperfecta pero verdaderamente.
Y así nuestro Yo se queda en un rincón esperando ser salvado, rescatado del cansancio, seducido por una impetuosa noche de pareja, narcotizado por la droga de “un momento sólo para mí”, embriagado por las garras de una idea emprendedora, envuelto en la sombra de la mujer apasionada y convencido de que el orden de los factores ha modificado el resultado hacia un ser mucho más completo que antes de vivir esta maravillosa experiencia de ser mamá.

miércoles, 4 de mayo de 2011

Muerte de Osama Bin Laden

A punto de traer una hija al mundo aún me revela más la alegría generalizada por el asesinato de un mortal que nadie, a mi modo de ver, tenía derecho a decidir. Más allá de todas las atrocidades cometidas continúo defendiendo la vida y no creo que la muerte de Osama Bin Laden redima el dolor, calme el sufrimiento de las víctimas y sus familias o solucione el conflicto político-religioso-social del fundamentalismo en el mundo. Al contrario, el clima social es todavía más conflictivo: las alertas por posibles atentados han aumentado en varios países, el controvertido escenario en muchos de los países árabes no se ha mitigado y las consecuencias no se saben hasta qué límites se extenderán. Pero más allá de adentrarme en lo que nos muestran como argumentaciones oficiales y “válidas” para justificar la muerte del líder de Al-Qaeda, me niego a aceptar que “el fin justifica los medios” o que “muerto el perro se acabó la rabia”.
La vida es una oportunidad y no tenemos derecho a quitársela a nadie porque sino estamos jugando con las mismas armas que rechazamos, vengándonos de los mismos motivos que aborrecemos, pagando con la misma moneda lo que nos parece inadmisible.
Matar a alguien no es una actitud inteligente, no es un signo distintivo de lo humano, no nos aportará serenidad. Nos han vendido una vez más un guión hollywoodense, mostrándonos el show que EEUU preparó para el resto del mundo: íconos de helicópteros sobrevolando una casa en Pakistán, cinco personas, entre ellas una mujer aparentemente con una relación conyugal con el principal enemigo, no iban armados y sus cuerpos fueron tirados al mar después de un ritual islamista. No nos enseñan imágenes reales porque desmitificarían tal hazaña, le restaría ese valor fundamental de efecto virtual e imaginario que tienen las películas, aunque sí publican las fotografías de la cúpula del gobierno norteamericano reflejando la preocupación y niveles de stress vividos durante la Operación Jerónimo para que no olvidemos que ellos son los mentores reales de este espectacular escenario mediático.
Alegrándonos, festejando, manifestándonos a favor o justificando los motivos de la muerte compramos el guión que nos vendieron, olvidamos los valores de la vida y una vez más no dejamos espacio para la reflexión.

lunes, 4 de abril de 2011

Carla y Lucía


Mis días y mis noches tienen el nombre de Lucía. Mi madre me dijo una vez que desde el mismo momento de concebir la palabra hijo o hija, esa sería una unión que me acompañaría hasta el final de mi vida.
A los 7 meses y medio de embarazo la vigilia y el sueño se alteran para producir incansablemente y hasta el cansancio extremo -valga la contradicción- las mejores sensaciones de estar viva. Una fina luz de linterna en la barriga, una caricia, una melodía, una postura, un sabor, una voz, un ruido despierta los movimientos de Lucía que tejen la satisfacción o el descontento y que la naturaleza me permite sorprendentemente interpretar y trasmitir.
Las embarazadas inspiramos ternura porque somos portadoras de la sensibilidad en su máxima expresión y no es algo que hayamos elegido, sino que hemos sido elegidas por la naturaleza y he aquí lo maravilloso. Creo en los vínculos con la vida cuando nos estremecemos por una luna llena, cuando una sonrisa puede más que cualquier enojo, cuando un color nos da buena energía, cuando un té nos trae el equilibrio del momento, cuando una película nos deja un mensaje, cuando una canción nos hace disfrutar. Por eso, creo en esta etapa de la gestación en la que nos preparamos madres y padres para caminar juntos por un sendero hasta este instante desconocido donde nos conectamos con el principio de las cosas.
Qué fuerte es pensar que hasta hace muy poquito atrás mi manera de pensarme era como único individuo que elegía relacionarse con el resto de seres y así con el mundo y ahora me he convertido en 1 + 1, en una Carla y una Lucía juntas, en una Carla, casa de Lucía, en una Lucía, huésped de Carla, en una madre y una hija.
Siempre me ha parecido que las experiencias nos dan sabiduría y me alegro por estar viviendo ésta que ya me ha aportado y me aportará nuevos aprendizajes para continuar caminando.

domingo, 23 de enero de 2011

Lucía me ha traído hasta aquí



Ha pasado tiempo y con él un buen capítulo de mi vida. Las palabras escritas a veces se alejan para re-significarse y volver a nacer cuando verdaderamente vale la pena. Hernán Casciari se tomó algo así como un año para anunciarnos un día que estaba gestando una revista con su mejor amigo El Chiri, por qué no pude ausentarme también yo para anunciarles hoy que junto a mi mejor compañero de ruta, Gustavo, pariremos a Lucía, nuestra hija, el próximo mes de mayo. ¡Qué hermosa oportunidad para continuar sumando aprendizajes y quizás de los más importantes!
Tarta de palabras está preparando su mejor versión, su mejor plato, su mejor tarta y las sensaciones son inigualables. En este proceso en que uno se convierte en dos personas: una, la que ya venía acompañándote y, otra, la que empieza a formarse dentro de ti poco a poco para transformarte transversalmente, valoro la importancia de haber aprendido a ser yo y saber que a partir de ahí partirá mi norte. Ese es el legado que puedo dejarles de mi año 2010, un balance muy positivo. Hay gente que me ha pedido que escribiera al final del año pasado para despedir más que con creces y agradecimiento los 365 días vividos, pero he preferido esperar el comienzo de una página en blanco que siempre es un desafío y que se inicia en enero. Esperaba el impulso, la necesidad incontenible de tener que decir, la imposibilidad de no poder seguir durmiendo por tener que escribir. Extrañaba esa emoción que sólo surge cuando quiere y por eso es tan maravillosa. No hay una obligación ni una frecuencia, pero sí un compromiso con la letra que uno se resiste a romper. Lucía me ha traído hasta aquí, al lugar del gozo infinito de lo dicho, a la sutil capacidad de leerme entre líneas, al descubrimiento de lo más propio para contarles que si la felicidad tiene este lenguaje de chispas que se encienden en determinados momentos de la vida, hoy estoy en una de sus explosiones y no podía dejar de compartirlo.