29 de junio, día de digestión política y ciudadana, día de celebración de la democracia y la pluralidad, día de esperanza y sonrisas en la cara, día de cambio y medidas preventivas, día de victorias y derrotas, día de golpe de Estado, día de gripe A, día de avión caído, día en contra de la discriminación, día para recordar.
Dicen que la vida tiene una de cal y una de arena y el día de ayer así lo representa. De esta manera comemos el pan de cada día intentando saborear el azúcar que nos endulce el resto del plato.
Argentina tiene un nuevo mapa político, un nuevo Congreso, una nueva esperanza de cambio, una nueva iniciativa de reconstrucción, nuevas voces, nuevas individualidades, nuevos intentos. A ver si esta vez salimos de la gripe, de las derrotas, de las caídas, de las discriminaciones, de los golpes a cada estado de situación. A ver si logramos levantarnos con un proyecto, una unión, un acuerdo, un diálogo, un entendimiento y dejamos en la vereda de enfrente nuestros propósitos más mezquinos para pensar con la cabeza lo que nuestro sanguíneo corazón no nos permite. A ver si maduramos de este esquema de descreimiento representativo, de este cuadro de falta de ideales, de esta reptil manera de movernos, de esta sensación intrínseca de lo imposible para pasar de pantalla, para entrar en otra fase, para crecer. Somos un país tan adolescente que siempre nos encontramos con los mismos grandes problemas y las mismas púberes soluciones. No reincidamos otra vez porque no pondremos salir de la pandemia. Apelemos a la inteligencia para actuar, contemos hasta diez antes de abrir la boca, seamos coherentes con nuestras pequeñas acciones cotidianas y sobre todo responsables de cada una de nuestras decisiones, entonces así jugaremos con las probabilidades más claras o por lo menos más predecibles. En definitiva seamos libres para elegir, libres para conocer, libres para respetar, libres para preservar, libres para vivir.
Dicen que la vida tiene una de cal y una de arena y el día de ayer así lo representa. De esta manera comemos el pan de cada día intentando saborear el azúcar que nos endulce el resto del plato.
Argentina tiene un nuevo mapa político, un nuevo Congreso, una nueva esperanza de cambio, una nueva iniciativa de reconstrucción, nuevas voces, nuevas individualidades, nuevos intentos. A ver si esta vez salimos de la gripe, de las derrotas, de las caídas, de las discriminaciones, de los golpes a cada estado de situación. A ver si logramos levantarnos con un proyecto, una unión, un acuerdo, un diálogo, un entendimiento y dejamos en la vereda de enfrente nuestros propósitos más mezquinos para pensar con la cabeza lo que nuestro sanguíneo corazón no nos permite. A ver si maduramos de este esquema de descreimiento representativo, de este cuadro de falta de ideales, de esta reptil manera de movernos, de esta sensación intrínseca de lo imposible para pasar de pantalla, para entrar en otra fase, para crecer. Somos un país tan adolescente que siempre nos encontramos con los mismos grandes problemas y las mismas púberes soluciones. No reincidamos otra vez porque no pondremos salir de la pandemia. Apelemos a la inteligencia para actuar, contemos hasta diez antes de abrir la boca, seamos coherentes con nuestras pequeñas acciones cotidianas y sobre todo responsables de cada una de nuestras decisiones, entonces así jugaremos con las probabilidades más claras o por lo menos más predecibles. En definitiva seamos libres para elegir, libres para conocer, libres para respetar, libres para preservar, libres para vivir.