martes, 30 de junio de 2009

Día para recordar

29 de junio, día de digestión política y ciudadana, día de celebración de la democracia y la pluralidad, día de esperanza y sonrisas en la cara, día de cambio y medidas preventivas, día de victorias y derrotas, día de golpe de Estado, día de gripe A, día de avión caído, día en contra de la discriminación, día para recordar.
Dicen que la vida tiene una de cal y una de arena y el día de ayer así lo representa. De esta manera comemos el pan de cada día intentando saborear el azúcar que nos endulce el resto del plato.
Argentina tiene un nuevo mapa político, un nuevo Congreso, una nueva esperanza de cambio, una nueva iniciativa de reconstrucción, nuevas voces, nuevas individualidades, nuevos intentos. A ver si esta vez salimos de la gripe, de las derrotas, de las caídas, de las discriminaciones, de los golpes a cada estado de situación. A ver si logramos levantarnos con un proyecto, una unión, un acuerdo, un diálogo, un entendimiento y dejamos en la vereda de enfrente nuestros propósitos más mezquinos para pensar con la cabeza lo que nuestro sanguíneo corazón no nos permite. A ver si maduramos de este esquema de descreimiento representativo, de este cuadro de falta de ideales, de esta reptil manera de movernos, de esta sensación intrínseca de lo imposible para pasar de pantalla, para entrar en otra fase, para crecer. Somos un país tan adolescente que siempre nos encontramos con los mismos grandes problemas y las mismas púberes soluciones. No reincidamos otra vez porque no pondremos salir de la pandemia. Apelemos a la inteligencia para actuar, contemos hasta diez antes de abrir la boca, seamos coherentes con nuestras pequeñas acciones cotidianas y sobre todo responsables de cada una de nuestras decisiones, entonces así jugaremos con las probabilidades más claras o por lo menos más predecibles. En definitiva seamos libres para elegir, libres para conocer, libres para respetar, libres para preservar, libres para vivir.

viernes, 26 de junio de 2009

La Tercera Guerra Mundial

El otro día escuché a un profesional de la comunicación que hablaba de la “era del vacío”, “del crepúsculo del poder”, “del fin de las distancias físicas”, “del mundo del sin sentido”, de la falta que nos hace encontrarnos, tocarnos, vivirnos. Las noticias nos chocan, nos vomitan en la cara, se regodean en la miseria, se sexocontagian y se transforman en superficialidad para esconder la falta de significado. Se violentan, se deprimen, se suicidan a través de distintos medios: prensa, radio, TV, MP3, MP4, móviles/celulares, YouTube, Facebook, My Space; Internet toda. Un infarto acaba en los Ángeles con la vida de Michael Jackson, Las fiestas de Berlusconi eran como estar en un harén, El Gobernador de Carolina del Sur desapareció durante 5 días para probar carne argentina, La gripe A ya es pandemia, Kirchner no fue al Gran Cuñado pero habló con Tinelli al final del programa, Finaliza la campaña electoral. Y en este tutti fruti de palabras se cocina una tarta de la realidad que comemos a mordiscos sin hacer la digestión. Nos la engullimos entera, por partes y de cada porción hacemos nuestra propia lectura. Resulta que ya no nos acordamos del protocolo para sentarnos a la mesa y disfrutar de la cena porque estamos invitados al Cambalache del siglo XXI, al Guernica de la globalización, al Holocausto de intereses, a la Tercera Guerra Mundial, la mediática, la de las intimidades ventiladas, la de los espacios usurpados, la de los respetos transgredidos, la de los tiempos inmediatos.
Y el diálogo, el entendimiento, la diplomacia parecen asignaturas previas que nunca alcanzamos a pasar porque nos olvidamos de palparnos, de mirarnos, de conocernos, de construirnos bajo ingredientes que hagan del universo un lugar para lo humano.

jueves, 25 de junio de 2009

Editorial

Hace tiempo tengo ganas de mostrar las cosas que escribo, las diferencias y coincidencias que recojo en cada situación que transito y las ópticas con las que cuento para mirar el mundo. Pero hasta el momento creí que un espacio en Windows Live o mi perfil de Facebook cumplirían con esta inquietud y entusiasmo de periodista que me caracteriza, pero no lo han logrado. Así que aquí estoy presentándoles un nuevo espacio de discusión, una nueva cocina de la realidad, una nueva comida para disfrutar: Tarta de palabras. Elegí este nombre para integrar todos los elementos que me identifican. Lo de tarta es porque soy argentina, es una de nuestras comidas típicas y tal vez la que mejor cocino. Este plato tiene la particularidad de componer distintos ingredientes de acuerdo a lo que tenemos en la heladera/nevera (llámese también cabeza/corazón). Un día comemos tarta de jamón y queso, otro de choclo/maíz, otro de pollo, otro de zapallitos, otro de atún, otro de puerro, etc. Esto demuestra la diversidad, el dinamismo y la espontaneidad con la que contamos los argentinos. Somos un crisol de ingredientes ciclotímicos que se cocinan en un santiamén para saciar los estómagos de los demás. Yo intentaré contribuir a saciar el de ustedes, usando mi mejor costado inteligente, mi mejor perfil crítico, mis mejores palabras. ¡Bienvenid@s a Tarta de palabras!